Quiero empezar esta crónica subrayando lo orgulloso que me siento de pertenecer a este club. Seguro que nuestras instalaciones son mejorables, que el material de navegación no está a la última, que habrá palas de más calidad, embarcaciones que ofrezcan más prestaciones y chalecos más funcionales... pero en capital humano, amig@s, somos insuperables, y me explico...
No pintaba bien el inicio de semana; el martes sólo había cuatro personas comprometidas para la salida... me olía a ruta fracaso. Pasó el miercoles y recibimos algún correo con participantes(¿diez/doce personas?), ya ese número nos valía para no aplazar la actividad. Llegó el jueves, último día para inscribirse, y las peticiones nos desbordaron, ¡¡había más de treinta solicitudes!!. Esta cifra suponía un reto porque nunca habíamos transportado tanto material; pero decidimos no poner "número clausus" y probar soluciones sobre la marcha; además el vehículo previsto para llevar el remolque se encontraba en el taller averiado. ¡Ojú!.
Sábado por la mañana en el club; ligero desconcierto ya que hay siete bajas de ultimísima hora. De los treinta y cuatro posibles nos quedamos en veintisiete; sin problemas. Adelante.
Miguel con su todo terreno sustituye el coche averiado, cargamos y salimos la caravana de vehículos dirección a Portugal.
Al llegar a Fábrica encontramos que es imposible navegar hasta que empiece a entrar agua en la ría (o que levaria cerca de duas horas). Valoramos la situación y mientras que un grupo salió a comprobar el estado de la mar por fuera de la barra, Mariló empezó una sesión de yoga para disponernos física y anímicamente para la travesía (en esos momentos éramos la atracción del lugar).
Tras las indagaciones y asanas pertinentes, intercambiamos puntos de vistas, y decidimos modificar el recorrido y hacerlo por mar. ¡Aleluya!, estábamos navegando... cuando tomamos la dirección de la presunta salida (la que nos aconsejaron los lugareños) comprobamos que suponía una tarea titánica portear las embarcaciones por un tramo infinito de fango y arena y desistimos de ello. Nueva asamblea; cambio de planes y retomamos la idea original, emprender la ruta por el interior de la ría (lo que se tradujo en una especie de travesía/romería durante los tres primeros kilómetros).
Pasado el primer tramo puñetero, empezamos !por fin¡ a palear. Pero lo que teníamos catalogado como una actividad de dificultad mínima se convirtió, por el efecto de la marea, en dificultad media alta. La colaboración de Ale, Pruden, Óscar, Alberto y otr@s (llevábamos seis novat@s) hizo posible que arribáramos a Tavira sin novedades.
A orillas del río Sequa, con la ciudad vieja de fondo, quien podía decir que no a ese pan portugués huntado con manteiga y um copo de cerveja gelada, ¿en Susino?.
De vuelta a casa, ya en el club, impresionante el dispositivo de limpieza y recogida de material con Ivona y Mónica a la cabeza.
Jornada super agradable, salpicada de anécdotas, con un sinfin de inconvenientes que supimos sortear con talante y ánimo positivos... por eso estoy orgulloso de pertenecer a BA-JA-MAR. Saludos piragüeros.
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