Con un poquitín de retraso sobre la hora prevista, salimos desde unos astilleros cercanos al puente del Carreras que, amablemente, gestionó Manuel Enrique; lo cual agradecimos enormemente porque nos facilitó el tema de la entrada y salida del agua.
El paseo por los esteros fue bastante grato; algunas rachas de viento ponían un poco de emoción e intensidad al paleo de nuestras embarcaciones. Tras algo más de una hora de camino, en el que tuvimos la compañía de anátidas, limícolas y peces que veían interrumpida su placidez al paso de nuestras piragüas, llegamos a la hacienda de la Huerta Noble. Nuestro objetivo era visitar el Palomar del Pintao, joya del barroco onubense que está declarado bien de interés cultural; y mucho nos tememos que si alguien no lo remedia acabará como otros tantos de los edificios de nuestro patrimonio rural: abandonado y en ruinas. Esta fue la única nota amarga del viaje, comprobar el estado de abandono y degradación en que se encuentra esta maravilla arquitectónica.
También queremos agradecer desde aquí las facilidades que nos brindó Jesús Huerga para poder realizar esta visita con plenas garantías. Saludos piragüeros.
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